Más Poesía que Nada

Me han pedido que escriba un poema para poner en el instituto y yo, ingenua, me he preocupado por qué decir como si alguien fuera por casualidad a fijarse, como si alguien fuera a pasar del segundo verso. Y aún así resulta irónico no saber que decir cuando guardo tantas palabras dentro que las letras están empezando a emigrar de mi cuerpo al papel, sin siquiera saber si tienen un sentido, sin siquiera saber si ellas también acabarán siendo víctimas sin rostro ni nombre durmiendo en el fondo del mar. Y sin embargo no son palabras huecas, dicen aquello que no sé que siento hasta que lo escribo, que no sé que pienso hasta que lo escribo, que no sé que callo hasta que lo escribo... Todas teñidas de negro, del luto de las mujeres sin voz, del recuerdo de los poetas más tristes, menos cuerdos. Y entonces leo y ¡zas!, puñalada de mi propia alma que lápiz en mano y alzada contra sus propias ideas, saca la poesía del fondo de mi pecho. Haciéndola bailar por mi boca, por mis dedos, inundando cada recoveco de mi cuerpo, besando herida a herida el miedo, haciéndole el amor a mi silencio. Y vuelvo a quedarme sin habla, porque muy dentro, la poesía y la tristeza se miran tal y como lo hacemos tu y yo, con el deseo ardiendo en la pupila y el amor borrando la razón. Conscientes de la complicidad más pura, distantes por el miedo a ser dos. Y así me encuentro en duda, con la seguridad de llevar el arma más potente floreciendo en las entrañas, y de tener más voz que miedo más palabras que cuerpo más poesía que nada. Y al no saber que decir me acechan los millones de niños que mueren sin poder hablar de sus ideas. Y pienso que no importa lo que diga, porque amar seguirá estando en libertad provisional, “Ni una menos, ni una más” seguirá resonando en las calles cada 8M, el mar seguirá devorando vidas sin nombre, y lo que yo sienta dará igual. Pero a pesar de todo, tengo la necesidad de dejar de mí lo que nace, de crear con ello poesía.

21 Marzo 2019, Día de la Poesía

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